El 5 de noviembre se conmemora el Día Internacional de las Personas Cuidadoras, en un momento clave para visibilizar su labor, especialmente frente al reto del alzhéimer.
Cada 5 de noviembre se alza la mirada hacia quienes brindan atención, compañía y apoyo a personas con enfermedades crónicas o dependencia. Son los cuidadores y las cuidadoras: hombres y mujeres cuya labor suele quedar fuera del foco mediático, aun siendo pieza central del bienestar de millones. En el caso de la Enfermedad de Alzheimer (EA), esta labor adquiere una dimensión aún más compleja, pues se prolonga durante años y exige recursos físicos, emocionales, sociales y económicos.
¿Quiénes son y qué enfrentan?
En México, se estima que alrededor de 31.7 millones de personas de 15 años o más brindaron cuidados en 2022; de ellas el 75.1 % fueron mujeres. Las mujeres que actúan como cuidadoras principales dedicaron en promedio 38.9 horas semanales a esa labor, mientras que los hombres lo hicieron durante 30.6 horas.
Asimismo, el trabajo de cuidados no remunerado —incluyendo el cuidado de familiares con EA— representa una carga invisibilizada pero de gran valor, tanto humano como económico. En el contexto del alzhéimer en México, se señala que el trabajo de cuidado no pagado equivale al 17.6 % del PIB nacional.
Esta sobrecarga se traduce en amenazas reales para la salud de quienes cuidan: desgaste físico, aislamiento social, impacto en la salud mental y renuncia parcial o total a actividades laborales o de ocio.

El desafío del alzhéimer en México
La EA es la causa más frecuente de demencia en México, y las estimaciones indican que alrededor de 1.3 millones de personas viven con algún tipo de demencia en el país, cifra que podría alcanzar los 3.5 millones para 2050.
En México se ha señalado que aproximadamente el 7.8 % de las personas mayores de 60 años viven con alzhéimer.
Este escenario obliga a reconocer que el diagnóstico temprano es clave para planificar cuidados más sostenibles, y que la familia —muy frecuentemente las mujeres del núcleo— se convierte en el entorno inmediato de atención diaria.
¿Por qué la labor cuidadora permanece oculta?
Existen diversas razones por las que la figura del cuidador sigue siendo poco reconocida:
- Muchas intervenciones de cuidado se realizan en el ámbito doméstico, sin registro laboral formal.
- El género influye: en México las mujeres ocupan la gran mayoría de los roles de cuidadoras.
- El desgaste emocional, económico y social se acumula con el tiempo y no siempre se traduce en apoyos institucionales robustos.
- Las políticas públicas no siempre contemplan la equidad de género ni la redistribución del trabajo de cuidados.
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Hacia la visibilización y el acompañamiento efectivo
Para reforzar el reconocimiento y apoyo a las personas cuidadoras —especialmente en el marco de enfermedades como el alzhéimer— se requieren varias líneas de acción:
- Promover diagnóstico oportuno y apoyo profesional para quienes viven con EA, de modo que los cuidadores puedan planificar mejor.
- Considerar que el cuidado es tanto físico como emocional —la formación, la red de apoyo, los momentos de descanso, son fundamentales.
- Integrar políticas de corresponsabilidad de cuidados que involucren a la comunidad, al sector público y privado.
- Generar espacios de acompañamiento para los cuidadores: grupos de apoyo, capacitación, salud preventiva.
En este 5 de noviembre, reconocer a quienes cuidan es el primer paso para que su labor deje de ser invisible y se convierta en un activo social valorado.
