Extraer sangre, ozonizarla y reinyectarla: ¿en qué consiste?
La llamada autohemoterapia con ozono es un procedimiento en el que se extrae sangre venosa del propio paciente, se expone fuera del cuerpo a una mezcla de oxígeno y ozono, y posteriormente se reinyecta por vía intravenosa. Clínicas que la ofrecen aseguran que este proceso mejora la oxigenación de los tejidos, fortalece el sistema inmunológico o reduce la inflamación.
En la práctica, la cantidad de sangre utilizada, la concentración del ozono y la duración del procedimiento varían ampliamente entre centros, ya que no existe un protocolo clínico universalmente aceptado. Esta falta de estandarización es uno de los principales puntos de alerta desde la perspectiva médica.
Qué dice la ciencia médica
La evidencia científica sobre esta técnica es limitada y heterogénea. No existe consenso dentro de la medicina basada en evidencia que respalde la autohemoterapia con ozono como tratamiento estándar para enfermedades crónicas, dolor, infecciones o trastornos inmunológicos.
Autoridades regulatorias como la Food and Drug Administration han advertido que el ozono es un gas tóxico y que no cuenta con aplicaciones médicas aprobadas, ya que para ejercer efectos antimicrobianos requiere concentraciones dañinas para los tejidos humanos.
Algunos estudios pequeños han explorado su uso como terapia complementaria en casos muy específicos —por ejemplo, ciertos tipos de dolor neuropático— y reportan mejorías sintomáticas. Sin embargo, estos trabajos presentan muestras reducidas, diseños limitados y no sustituyen ensayos clínicos amplios, controlados y reproducibles.
Riesgos que no siempre se mencionan
Aunque suele promocionarse como un procedimiento “natural” o “seguro”, la autohemoterapia con ozono sí implica riesgos documentados:
- Toxicidad oxidativa: el ozono es un agente altamente oxidante que puede provocar daño celular si no se controla con precisión.
- Complicaciones intravenosas: infección, flebitis, embolias o reacciones adversas asociadas a la manipulación de sangre.
- Eventos neurológicos o cardiovasculares: la literatura médica recoge reportes de eventos graves, aunque infrecuentes, tras terapias intravenosas con ozono.
- Malestar sistémico: dolor de cabeza, náuseas o reacciones inflamatorias transitorias también han sido descritas.
Un factor adicional de riesgo es que muchos de estos procedimientos se realizan fuera de entornos hospitalarios, sin supervisión médica especializada ni protocolos clínicos homologados.
Casos clínicos
La idea de que la autohemoterapia con ozono es un procedimiento inocuo no se sostiene frente a los casos clínicos documentados. La literatura médica internacional ha reportado eventos graves tras terapias con ozono, incluidas aplicaciones intravenosas: desde pérdida súbita de la conciencia y convulsiones, hasta infartos cerebrales múltiples compatibles con embolias gaseosas, con secuelas neurológicas permanentes. Otros reportes médicos describen embolias pulmonares, infecciones profundas y abscesos posteriores a procedimientos con oxígeno-ozono usados para tratar dolor. Aunque estos eventos no son frecuentes, los propios autores subrayan que la introducción de gases en el organismo conlleva riesgos potencialmente fatales, sobre todo cuando se realiza fuera de hospitales, sin protocolos clínicos estandarizados ni supervisión especializada. Estos hallazgos contrastan con la narrativa de seguridad absoluta con la que esta terapia suele promocionarse al público.
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Regulación y zonas grises
En Estados Unidos, el uso médico del ozono está prohibido y su promoción como tratamiento ha derivado en sanciones a clínicas. En algunos países de Europa y América Latina existe una aceptación parcial y regulaciones locales, pero sólo como terapia complementaria y no como sustituto de tratamientos médicos probados.
En México, la oferta de este tipo de procedimientos se mueve en zonas grises regulatorias, lo que obliga a los pacientes a informarse con mayor cuidado antes de someterse a ellos.
Un cierre necesario
La práctica de extraer sangre, ozonizarla y reinyectarla no cuenta con respaldo científico sólido que justifique su uso generalizado. Aunque existen estudios exploratorios en contextos muy específicos, los riesgos derivados tanto del ozono como de la manipulación intravenosa son reales.
Desde una perspectiva de salud pública, el tema exige escepticismo informado, transparencia y contraste con la medicina basada en evidencia, especialmente cuando se ofrece como solución amplia para múltiples padecimientos.
