El adiós a un ícono norteño: Eulalio González “Piporro”

Antonieta Mercado

Cuentan que un día, en plena grabación de una de sus películas, Eulalio González “Piporro” no lograba alcanzar una nota en una canción. En lugar de detenerse, improvisó un grito que con el tiempo se convertiría en su marca registrada: “Ajúa”. Lo que comenzó como una ocurrencia espontánea terminó por definir su estilo y su conexión con el público. Esa autenticidad, ese humor y carisma sin igual, hicieron de Piporro un ícono inolvidable de la cultura norteña.

Los primeros años de un grande

Nacido el 16 de diciembre de 1921 en Los Herreras, Nuevo León, Eulalio González tuvo una infancia marcada por la vida rural y la cercanía con la frontera. Criado cerca del Río Bravo, su imaginación infantil llegó a creer que al cruzarlo, el mundo se acababa. No obstante, su destino lo llevó a recorrer no sólo la frontera, sino todo México, dejando una huella indeleble en la cultura popular.

Desde joven, demostró habilidades para la comunicación y el entretenimiento. Aunque inicialmente estudió Medicina y llegó a titularse como contador, su verdadero llamado estaba en el arte y la locución. Fue así como comenzó su carrera en la radio, donde encontró su primera gran oportunidad.

La llegada de “Piporro”

Su salto a la fama llegó en la XEW, la emisora más influyente de la época. Allí dio voz al entrañable personaje de “Piporro” en la radionovela Ahí viene Martín Corona, protagonizada por Pedro Infante. Su actuación en esta historia fue tan memorable que el personaje se convirtió en su identidad artística para siempre.

Su talento lo llevó rápidamente al cine, debutando en la película del mismo nombre en 1952, junto a Pedro Infante y Sarita Montiel. Desde entonces, su carrera en la gran pantalla despegó con una filmografía que superó las 60 películas, entre las que destacan Espaldas mojadas, El bracero del año, El rey del tomate y La nave de los monstruos.

El músico que reinventó la música norteña

Además de actor, Eulalio González se consolidó como una figura clave en la música norteña. Con su peculiar estilo, lleno de humor y picardía, revolucionó el género con canciones que hablaban de la vida en la frontera, los migrantes y las costumbres del norte de México.

Temas como Natalio Reyes Colás (Nat King Cole), Chulas fronteras y El taconazo se convirtieron en himnos, destacando por su mezcla de ritmos tradicionales con una narrativa humorística y auténtica. Su característico grito “Ajúa”, que surgiera por accidente al no alcanzar una nota, se transformó en su sello personal y en un emblema de la cultura norteña.

Una voz para los migrantes y la identidad norteña

En un momento en el que la cultura centralista mexicana dominaba los medios, Piporro fue de los primeros artistas en retratar con orgullo la realidad de los migrantes y la identidad norteña. Siguiendo la línea de Germán Valdés “Tin Tan”, sus canciones y películas dieron visibilidad a la vida en la frontera, al choque cultural con Estados Unidos y a los esfuerzos de quienes cruzaban el río en busca de nuevas oportunidades.

Este enfoque lo llevó a escribir su Autobiogr…ajúa! y el Anecdotaconario, obras en las que relató su vida con el mismo humor y frescura que lo caracterizaban. Incluso el escritor Carlos Monsiváis reconoció en sus textos una importante contribución a la comprensión de la diversidad cultural de México.

Un artista que abrazó la modernidad

A pesar de ser un artista de la “vieja escuela”, Eulalio González no se quedó en el pasado. En los años 90 y principios de los 2000, incursionó en Internet con su propia página web, www.piporro.com, creada por un joven estudiante llamado Ernesto Sánchez Valenzuela. Desde allí, interactuaba con sus fans, respondía mensajes y compartía su música, demostrando que su espíritu era tan moderno y global como cualquier artista contemporáneo.

Un legado que trasciende el tiempo

El 1 de septiembre de 2003, a los 81 años, Eulalio González “Piporro” nos dejó físicamente, pero su legado sigue vivo en la música, el cine y el corazón de todos los mexicanos. Su obra, que mezcló comedia, música y crítica social, sigue siendo referencia obligada en el análisis de la identidad norteña y la cultura popular del siglo XX en México.

Cada vez que alguien grita un “Ajúa” con energía y orgullo, es un recordatorio de que Piporro sigue entre nosotros, celebrando la vida con su eterna alegría y picardía.