Luis Arcaraz: el pionero del jazz y blues en México

Larsa Barón

Hablar de Luis Arcaraz Torrás es referirse a un pionero de la música en México. En una época donde el bolero dominaba las radios y los escenarios, Arcaraz irrumpió con un estilo innovador, mezclando jazz, blues y los sonidos de las grandes bandas. Su legado sigue resonando a décadas de su partida, con temas inolvidables como Prisionero del mar, Viajera, Quinto patio y Bonita, entre muchas otras.

Infancia y primeros pasos en la música

Nacido el 5 de diciembre de 1910 en la Ciudad de México, creció en un entorno cultural privilegiado. Su familia era dueña del Teatro Principal, un recinto de gran relevancia en la escena artística de la época. Sin embargo, una tragedia marcó su destino: un incendio consumió el teatro, obligando a su familia a trasladarse a España. Allí, Arcaraz perfeccionó sus conocimientos musicales, estudiando composición, armonía, arreglos y dirección.

A su regreso a México, su vida no fue sencilla. Huérfano desde temprana edad, tuvo que desempeñar diversos oficios para subsistir: fue bibliotecario, vendedor ambulante y hasta intentó la tauromaquia como novillero. No obstante, su pasión por la música fue más fuerte, y en 1928 logró su primera presentación con una pequeña agrupación en el Teatro Palma de Tampico, donde su talento no pasó desapercibido. Este fue el inicio de una carrera que lo llevaría a las más altas esferas del entretenimiento.

El salto a la fama

A los 22 años, en 1932, Arcaraz incursionó en el teatro musical, alternando con figuras de la talla de Agustín Lara y Gonzalo Curiel. Pero fue hasta 1938 cuando consolidó su primera gran orquesta, con un sonido que combinaba los ritmos de moda con la sofisticación del jazz y blues estadounidense.

Su consagración llegó de la mano del periodista y letrista Mario Molina Montes, con quien compuso Quinto patio. La canción, tema principal de la película homónima protagonizada por Emilio Tuero, lo catapultó al estrellato. En adelante, su música se convertiría en banda sonora de más de 20 filmes.

Un sonido innovador

Arcaraz fue un verdadero visionario. Mientras el mambo y el danzón dominaban los salones de baile, él se inclinó por el swing y las grandes bandas al estilo de Glenn Miller y Harry James. En los años cincuenta formó una orquesta con músicos estadounidenses, con la que grabó cuatro discos en Estados Unidos, convirtiéndose en uno de los primeros artistas mexicanos en grabar en formato estereofónico.

Su talento lo llevó a compartir escenarios con grandes estrellas, y sus canciones fueron interpretadas por figuras emblemáticas como María Victoria, Jorge Negrete, Juan Arvizu, Antonio Badú, Chucho Martínez Gil y Tin Tan. Incluso, su música fue retomada por agrupaciones como La Sonora Santanera.

Prisionero del mar, un himno internacional

Su mayor éxito internacional fue Prisionero del mar, compuesta junto a Ernesto Cortázar. Esta canción trascendió las fronteras, fue traducida a siete idiomas y grabada por 27 artistas de diversas nacionalidades. Originalmente, apareció en la película La liga de las canciones (1941), donde fue interpretada por Ramón Armengod.

Aunque Arcaraz es más recordado por su incursión en el jazz y el blues, también dejó huella en el bolero y hasta experimentó con el mambo. Su pieza Arcaraz mambo y Trumpet mambo (de Dámaso Pérez Prado) son prueba de su versatilidad musical.

Un trágico final

El destino le tenía preparada una despedida abrupta. El 1 de junio de 1963, Luis Arcaraz falleció en un accidente automovilístico. Su vida se apagó de forma inesperada, pero su legado musical continúa vivo. Su música, su innovación y su pasión por los sonidos vanguardistas lo convierten en una de las figuras más influyentes de la historia musical de México.

Hoy, aún podemos escuchar sus melodías en la radio, en películas y en las voces de artistas que han revivido su obra. Luis Arcaraz no solo fue un compositor; fue un pionero que demostró que la música mexicana podía cruzar fronteras y explorar nuevos horizontes sonoros.