Una startup impulsa vasos sin tapa para reducir un residuo pequeño, pero altamente contaminante, que persiste siglos y viaja por océanos y ciudades.
Un residuo diminuto con consecuencias globales
El planeta atraviesa una crisis profunda de contaminación plástica y, dentro de este problema, las tapas de vasos desechables se han convertido en un contaminante silencioso. Su tamaño y ligereza facilitan que escapen de los sistemas de recolección y reciclaje. Flotan, se desplazan largas distancias y permanecen en el ambiente durante siglos. Diversos estudios ambientales señalan que una sola tapa de plástico puede tardar hasta 400 años en descomponerse, lo que implica que prácticamente todas las tapas usadas siguen existiendo en algún punto del planeta.
Consumo masivo, impacto acumulado
Cada año se consumen alrededor de 800,000 millones de vasos y tapas desechables en el mundo, un promedio cercano a 100 por persona. A este volumen se suma una cifra crítica: cerca de 8 millones de toneladas de plástico ingresan anualmente a los océanos. Aunque las tapas representan una fracción pequeña en peso, su abundancia y capacidad de dispersión las convierten en residuos persistentes y de largo alcance, que contribuyen a la fragmentación en microplásticos ya detectados en agua, alimentos y organismos vivos.
The Good Cup: eliminar el residuo desde el diseño
Frente a este escenario, The Good Cup plantea una alternativa centrada en el origen del problema. Su propuesta consiste en vasos portátiles y biodegradables cuyo diseño integra la boquilla, eliminando por completo la necesidad de tapas de plástico. La lógica es simple: si el residuo no existe, tampoco requiere gestión posterior. El enfoque apunta a modificar un objeto cotidiano que se utiliza durante minutos, pero cuyo impacto ambiental se extiende por generaciones.
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Cafeterías independientes como aliadas
Lejos de las grandes cadenas, la adopción de este tipo de vasos ha encontrado terreno fértil en pequeñas cafeterías. Al incorporar recipientes sin tapa en su operación diaria, estos negocios reducen de forma inmediata su huella plástica y, al mismo tiempo, abren un diálogo con sus clientes sobre consumo responsable. La experiencia cotidiana —beber café sin tapa— comienza así a normalizarse como una práctica viable y replicable.
Creatividad y cambio de hábitos
El cambio no depende sólo del objeto. La agencia creativa Raval participa en esta colaboración con un objetivo claro: impulsar una transformación cultural en torno al consumo para llevar. El énfasis está puesto en cuestionar la normalidad de un residuo de uso efímero que permanece siglos en el entorno, más que en promover una solución como tendencia.
Economía circular y acompañamiento estratégico
Esta visión se ve reforzada por el acompañamiento de Zero by Fifty, una aceleradora enfocada en proyectos de economía circular. Su meta de largo plazo es avanzar hacia un escenario de cero residuos plásticos para 2050. Desde esta perspectiva, la eliminación de las tapas no se plantea como un gesto simbólico, sino como una acción concreta, medible y escalable.
Rumbo a 2026: un estándar diferente
Las organizaciones involucradas trabajan actualmente en una campaña global de concientización con horizonte en 2026, enfocada en modificar hábitos cotidianos. La premisa es clara: no existen agentes de cambio pequeños cuando millones de decisiones individuales se alinean hacia el mismo objetivo.
“Todo el equipo estamos trabajando en una campaña global de concientización rumbo a 2026, diseñada para inspirar a la sociedad hacia un futuro sin tapas”, señala Andrés Kiger, socio de Zero by Fifty.
