Investigadores de Mayo Clinic revelan cómo células “zombie” activan inflamación crónica que acelera la MASH, una de las principales causas de trasplante hepático.
Células “zombie”: la nueva pista del daño hepático silencioso
La ciencia del envejecimiento acaba de ofrecer una nueva clave para entender por qué una enfermedad hepática grave avanza de forma silenciosa y acelerada en millones de personas en el mundo. Investigadores de Mayo Clinic identificaron cómo las llamadas células “zombie”, asociadas al envejecimiento, detonan procesos de inflamación crónica que agravan la esteatohepatitis asociada a disfunción metabólica (MASH), una de las principales causas de trasplante de hígado a nivel global.
La MASH forma parte del espectro del hígado graso no alcohólico y se caracteriza por inflamación persistente y cicatrización del tejido hepático. En un contexto de aumento sostenido de obesidad y trastornos metabólicos, su prevalencia crece de manera preocupante, muchas veces sin síntomas evidentes hasta etapas avanzadas.
Inflamación que nace dentro de la célula
El estudio, publicado en Nature Communications, fue encabezado por la doctora Stella Victorelli, quien explicó que la inflamación y la fibrosis hepática son rasgos centrales de la MASH. Si la enfermedad no se trata, puede evolucionar hacia cirrosis e incluso cáncer de hígado.
El equipo se enfocó en las células senescentes, conocidas popularmente como células “zombie”: células que ya no se dividen, pero que siguen activas liberando señales inflamatorias y moléculas dañinas para el tejido que las rodea.
Los investigadores descubrieron que, en estas células envejecidas, pequeñas moléculas de ARN mitocondrial —normalmente confinadas dentro de las mitocondrias— logran escapar hacia el interior de la célula. Una vez fuera, activan sensores antivirales llamados RIG-I y MDA5, diseñados para detectar infecciones virales. El resultado es una respuesta inflamatoria intensa, aunque no exista ningún virus.
En otras palabras, el sistema de defensa celular se activa por error, atacando al propio organismo.
💻 Visita YoUsuarioFinal 📱
🇲🇽 Conoce más en SuperMexicanos 🎬
Vía concreta para frenar el daño
El hallazgo no se quedó en la identificación del problema. El equipo demostró que al bloquear estos sensores antivirales, la inflamación disminuye de forma notable. Además, identificaron el papel de dos proteínas clave, BAX y BAK, que abren poros en la membrana de la mitocondria y permiten que el ARN escape.
En un modelo preclínico de MASH, la inhibición de BAX y BAK evitó la fuga de ARN mitocondrial, redujo la inflamación y se asoció con un tejido hepático más sano. Estos resultados abren la puerta a nuevas estrategias terapéuticas que no buscan eliminar las células senescentes, sino silenciar sus señales más dañinas.
¿Qué son las células “zombie”?
Con el paso del tiempo, algunas células entran en un estado de senescencia: dejan de dividirse, pero permanecen metabólicamente activas. En personas jóvenes, el sistema inmunológico suele eliminarlas. Sin embargo, con la edad, estas células se acumulan y contribuyen al desarrollo de múltiples enfermedades relacionadas con el envejecimiento.
Buena parte de la investigación actual se centra en destruir estas células. El enfoque del equipo de Mayo Clinic fue distinto: entender cómo moderar su impacto negativo antes de que provoquen daño irreversible.
Implicaciones más allá del hígado
Para el doctor João Passos, autor senior del estudio, el hallazgo tiene implicaciones que van más allá de la MASH. Al comprender los mecanismos que activan la inflamación crónica, se vuelve posible intervenir de forma temprana y retrasar el desarrollo de varias enfermedades asociadas al envejecimiento.
El grupo también trabaja en nuevas tecnologías para mapear la distribución de células senescentes en el cuerpo humano a lo largo del tiempo, con el objetivo de anticipar procesos patológicos antes de que se manifiesten clínicamente.
Ciencia para interceptar la enfermedad
La investigación se desarrolló en colaboración entre el Robert and Arlene Kogod Center on Aging y el Center for Cell Signaling in Gastroenterology (C-SiG) de Mayo Clinic, como parte de la iniciativa Precure, un esfuerzo institucional que busca identificar y frenar procesos biológicos antes de que se conviertan en enfermedades complejas y difíciles de tratar.
El descubrimiento refuerza una idea clave: en muchas enfermedades crónicas, el problema no comienza con un síntoma, sino con señales microscópicas que, si se entienden a tiempo, pueden cambiar el rumbo del daño.
