Dos estrenos nacionales —una animación en stop-motion y un terror hablado en español— redefinen el poder creativo del cine en salas mexicanas.
doble apuesta para el cine nacional
Este mes, el cine hecho en México celebra una proeza con el estreno de dos producciones sin precedentes:
- Por un lado, Soy Frankelda, la primera película mexicana totalmente realizada en técnica de stop-motion.
- Por el otro, No Me Sigas, la primera cinta de terror hablada en español producida por el estudio estadounidense Blumhouse Productions filmada en México.
Ambas producciones, distribuidas por Cinépolis Distribución, simbolizan la fuerza del talento y la imaginación mexicanos conquistando la pantalla grande.
Soy Frankelda: animación artesanal al límite

Dirigida por los hermanos Arturo Ambriz y Roy Ambriz, Soy Frankelda es un antes y un después para la animación mexicana: según medios especializados, es la primera película de animación en stop-motion realizada por completo en México. La cinta fue apadrinada por Guillermo del Toro, quien visibilizó este proyecto como un hito nacional.
La trama sitúa a Frankelda, una escritora del siglo XIX, en un viaje al subconsciente para enfrentar los monstruos que ella misma creó, en una fusión de horror, fantasía y música.
La película tuvo su estreno internacional en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara, donde abrió la 40ª edición, y se prepara para una distribución comercial amplia en el país.
Medios destacan que más de 200 marionetas, 50 escenarios y un taller de más de 2 000 m² en Ciudad de México fueron necesarios para su manufactura, señalando que esta técnica artesanal “celebra los procesos humanos frente a la inteligencia artificial”.
No Me Sigas: el nuevo rostro del terror mexicano

No Me Sigas, dirigida por los hermanos Ximena García Lecuona y Eduardo Lecuona, representa la entrada de Blumhouse al cine en español producido íntegramente en México. Filmada en secreto en Ciudad de México, la historia sigue a una joven influencer que finge fenómenos paranormales para ganar seguidores, hasta que desata una amenaza real.
Medios mexicanos señalan que este filme busca posicionarse como un referente del género de terror latinoamericano, con un guion que combina mitos urbanos y uso contemporáneo de redes sociales, y con el apoyo técnico de Blumhouse, aunque sin injerencia creativa directa de la casa productora extranjera.
El estreno en salas nacionales se programó para finales de octubre de 2025, generando expectación en los aficionados al género y abriendo una vía internacional para el terror mexicano.
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El impacto cultural y de industria
Estas dos películas, aunque de géneros distintos —animación y terror—, comparten una misma hazaña: demuestran que el talento nacional puede evolucionar de forma paralela al cine internacional y ocupar espacios de mayor visibilidad.
La animación mexicana consolida su potencial con una técnica exigente, mientras que el género de terror da un paso audaz hacia la producción de calidad mundial, sin dejar de lado su engranaje cultural y local.
Ambos estrenos llegan en un momento clave para la industria cinematográfica mexicana, dominada tradicionalmente por coproducciones y géneros convencionales. Con ellas, el cine nacional reafirma su capacidad para innovar, para contar historias propias y para competir en el escenario global.
En suma: desde la artesanía del stop-motion hasta la intensidad del horror contemporáneo, el cine mexicano entra en una nueva fase, donde imaginación, técnica y autenticidad se combinan para dar forma a experiencias cinematográficas que sólo pueden vivirse en la gran pantalla.
