Señales antes del temblor: lo que la IA ya detecta

Un experimento revela que la inteligencia artificial puede detectar señales previas a una ruptura sísmica, un avance clave para países altamente sísmicos como México.

Un experimento que cambia la forma de entender los sismos

Un equipo internacional de científicos logró observar, por primera vez con claridad sin precedentes, cómo una falla sísmica “avisa” antes de romperse. El hallazgo confirma que la inteligencia artificial puede identificar señales extremadamente débiles —imperceptibles para los métodos tradicionales— segundos antes de una ruptura.

El avance se logró en condiciones de laboratorio, pero con una escala y un nivel de detalle nunca antes alcanzados. Los investigadores reprodujeron fallas sísmicas utilizando bloques de roca de aproximadamente metro y medio, capaces de emular el comportamiento físico de fallas reales en la Tierra.

Escuchar los microcrujidos de la roca

Durante el experimento, los científicos sometieron la falla artificial a ciclos completos de carga, microfallas y ruptura. Para ello instalaron sensores a lo largo de toda la estructura, que registraron miles de emisiones acústicas: pequeños “crujidos” internos de la roca, equivalentes a microsismos.

Estos datos fueron procesados por un modelo de machine learning basado en Random Forests, capaz de analizar patrones complejos en grandes volúmenes de información. El algoritmo detectó dos señales clave que se repetían antes de cada ruptura:

  • Los intervalos entre microeventos se volvían cada vez más cortos.
  • La energía liberada por esos microeventos aumentaba de forma progresiva.

Ambos comportamientos ya se habían observado en algunos terremotos reales, pero nunca con una resolución tan clara ni de forma sistemática.

Anticipar el fallo: segundos que valen oro

El modelo logró anticipar las rupturas desde decenas de segundos hasta apenas milisegundos antes del colapso final. En términos geológicos, esa ventana temporal equivaldría a semanas o incluso décadas de anticipación en una falla natural.

Aunque esto no significa que los terremotos puedan predecirse con fecha y hora, sí abre una nueva vía para comprender cómo evoluciona una falla justo antes de romperse, uno de los mayores enigmas de la sismología moderna.

México frente a un riesgo permanente

Este avance cobra especial relevancia para México, uno de los países con mayor actividad sísmica del planeta. La interacción de cinco placas tectónicas mantiene al territorio en constante movimiento.

Cada año se detectan más de 25,000 sismos, lo que equivale a casi 70 temblores diarios. En promedio, entre cuatro y seis superan magnitud 6, y desde 1900 se han registrado más de 60 sismos mayores a magnitud 7, varios con consecuencias devastadoras.

En este contexto, cualquier tecnología que ayude a entender mejor el comportamiento de las fallas representa una herramienta estratégica para la reducción de riesgos.

Inteligencia artificial: de laboratorio al mundo real

El estudio se inserta en una tendencia global: el uso de inteligencia artificial para interpretar señales sísmicas que antes se consideraban ruido. Diversos equipos científicos y tecnológicos exploran cómo estos modelos pueden complementar la instrumentación clásica.

En este campo, plataformas como SeismicAI trabajan en el análisis de grandes volúmenes de datos sísmicos para detectar microseñales y anomalías en tiempo real. Su aproximación se basa en integrar información de sensores tradicionales, fibra óptica y registros de microsismos, con el objetivo de mejorar la lectura de fallas activas.

“Lo que antes parecía ruido ahora es información valiosa. La IA nos permite escuchar lo que la Tierra siempre ha dicho, pero no habíamos podido interpretar”, explica Jocelyn Vargas, directora ejecutiva de la compañía.

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Hacia sistemas de alertamiento más robustos

Aunque la predicción exacta de terremotos sigue fuera del alcance científico, la identificación de señales previas a la ruptura podría fortalecer, en el futuro, sistemas de alertamiento temprano como el que opera en México.

Más que adivinar el momento de un sismo, el objetivo es entender cuándo una falla entra en un estado crítico. Ese conocimiento, aplicado con cautela y rigor, podría traducirse en mejores decisiones, protocolos más eficaces y, potencialmente, en vidas salvadas.

El experimento no promete certezas absolutas, pero sí marca un punto de inflexión: por primera vez, la inteligencia artificial demuestra que es posible escuchar, con mayor claridad, los avisos silenciosos de la Tierra antes de que tiemble.