
La pérdida auditiva afecta lenguaje y aprendizaje. Diagnóstico temprano, tecnología y aula inclusiva permiten que niñas y niños avancen al ritmo de su potencial.
El oído, punto de partida
Escuchar claramente es vital en la infancia, pues la audición guía el desarrollo del lenguaje y soporta el éxito académico desde preescolar hasta secundaria.
La hipoacusia leve puede pasar desapercibida, pero compromete instrucciones, participación y motivación, advierte Dr. Gonzalo Corvera, director de IMON.
Lenguaje, lectura y escritura
Ese impacto se extiende al aprendizaje de la lectura. Las niñas y los niños necesitan oír fonemas nítidos para relacionarlos con letras y formar palabras.
Un vocabulario amplio permite comprender textos y redactar ideas con precisión. Cuando el sonido es confuso surgen omisiones de letras, errores gramaticales y redacciones cortas.
Consecuencias académicas
Sin atención oportuna, la pérdida leve genera rezagos de hasta cuatro grados escolares.
Con hipoacusia profunda, muchos estudiantes no superan el nivel de cuarto de primaria. Dr. Gonzalo Corvera insiste: “Una intervención temprana mejora el rendimiento y la autoestima”.
Tecnología y estrategias en aula
Audífonos, implantes cocleares y sistemas FM ofrecen acceso auditivo directo y reducido ruido de fondo.
El aula también puede adaptarse; sólo requiere voluntad y algunos ajustes:
- Colocar al estudiante cerca del docente y lejos de ruido.
- Usar apoyos visuales, como imágenes y pictogramas, para reforzar conceptos.
- Mejorar la acústica con tapetes, cortinas y topes en sillas.
- Alternar explicaciones orales con actividades prácticas para reducir fatiga cognitiva.
- Instalar un sistema FM que envíe la voz del maestro al dispositivo auditivo.
- Mantener comunicación activa con familia y terapeutas para adaptar el plan educativo.
Con diagnóstico temprano, tecnología adecuada y un entorno escolar inclusivo, la hipoacusia deja de ser barrera y se convierte en reto superable.