
Desde San Luis Potosí hasta los escenarios internacionales, Francisco “Paquito” Aranda encontró en la batería no sólo su vocación, sino también un camino de sanación, inspiración y sueños cumplidos. Esta es la semblanza de un músico que nunca dejó de creer en la fuerza del ritmo y en la magia de la compasión.
Francisco “Paquito” Aranda: el corazón tras los platillos
Con apenas un año de vida, Francisco “Paquito” Aranda recibió su primer tambor como regalo de Navidad. Ese gesto, que pudo parecer anecdótico, marcó de forma simbólica lo que años más tarde se convirtió en un destino inevitable. Nacido y criado en San Luis Potosí, Paquito pasó 23 años de su vida en su ciudad natal, entre los negocios familiares —hamburguesas de su padre y ropa de su madre— y una infancia inquieta, deportiva y marcada por una inusual coordinación física que luego sería clave para su desempeño como baterista.

Antes de las giras y las baquetas, Paquito fue atleta de alto rendimiento en taekwondo y natación, disciplinas que moldearon su carácter y su dominio corporal. A los 14 años comenzó a tocar la batería, y a los 16 ya sabía que quería dedicar su vida a la música. Aquellas primeras experiencias en giras juveniles sellaron su destino. “Dije: yo quiero esto para toda mi vida”, recordó con certeza.
Aunque no creció en un entorno musical inmediato, la influencia de su abuela cantante y la sensibilidad de su hogar sentaron una base emocional. Su hermano, David Aranda, también siguió el camino del arte como cantante. Ambos han llevado su talento a plataformas como YouTube y Spotify.
Su salto más importante ocurrió al mudarse a Los Ángeles con una beca, sin plan B, en lo que describió como “un salto de fe”. Allí comenzó a abrirse paso en la industria, primero como maestro de batería, luego como terapeuta musical para niños con autismo y, finalmente, como músico de sesión y de giras con bandas como División Minúscula, Inner Wave, Beatriz Solís y Twin Seas.
Una de las experiencias que más lo marcaron fue reemplazar a Kiko, baterista de División Minúscula, en una gira por Estados Unidos y México. “Fue tocar con mis ídolos, con quienes crecí escuchando en mis momentos más difíciles”, confesó. Esta colaboración no sólo representó una validación profesional, sino también una epifanía emocional.
Su proyecto solista, Hollywood Sirena, surgió como una evolución de una banda de preparatoria. Lo define como un “rock feliz y triste”, con influencias de sonidos naturales, atmósferas meditativas y baterías enérgicas. La canción Renacer, por ejemplo, es una carta de amor a los seres queridos que ya no están, un himno íntimo que combina esperanza y duelo.
El cine también ha sido parte de su viaje: no sólo lo inspira (es fan de las películas de Batman dirigidas por Christopher Nolan), sino que ha compuesto música para cortometrajes y largometrajes. En esta faceta, la emoción, más que el virtuosismo, es su guía principal: “La emoción es quien lleva el volante”, afirmó.
Su amor por enseñar y sanar lo llevó a trabajar con niños con autismo, experiencia que cambió su percepción de la música y la vida. “Uno se vuelve más humano”, confesó, describiendo la profunda conexión que logra con sus alumnos y el poder terapéutico del ritmo.
Este 2025, Paquito regresó a México con Twin Seas y Inner Wave, además de presentarse con Hollywood Sirena en el Festival de Primavera de San Luis Potosí. Siempre que vuelve, lo hace con un ritual entrañable: tocar, ver a su familia y comerse unos tacos.
Los sueños de Paquito Aranda siguen siendo enormes: tocar en festivales como el Vive Latino o Pal’ Norte, llevar su música por el mundo, inspirar niños, aparecer en una película y seguir compartiendo su arte con honestidad y fe. Su consejo para quienes buscan un camino en la música es claro y simple: “No es una competencia. La música es para compartir. Sean reales, tengan fe y paciencia”.
Con cada golpe de tambor, Paquito no sólo marca el ritmo de una canción, sino el pulso de una vida que apostó todo por la pasión, la compasión y la creencia absoluta en que los sueños se alcanzan… si se tocan con el alma.