Inyecciones para adelgazar: ¿promesa o peligro silencioso?

Hay fármacos que ya influyen en qué comemos, qué compramos y hasta en el mercado negro de medicinas en América Latina.


Nuevo factor de consumo en la región

Los inyectables para bajar de peso están dejando de ser un tema de “clínica privada” y empiezan a sentirse en la vida diaria de millones de personas en América Latina. Medicamentos como Ozempic (semaglutida) y Mounjaro (tirzepatida), originalmente desarrollados para tratar la diabetes tipo 2, hoy se usan también —bajo supervisión médica o sin ella— para control de peso. Estos fármacos pertenecen a una familia conocida como análogos de GLP-1, que actúan sobre el apetito y la regulación de glucosa. Diversos estudios clínicos han mostrado que ayudan a perder peso de forma sostenida siempre que el tratamiento continúe.

Un análisis reciente de Worldpanel by Numerator reporta que el 26 % de los hogares latinoamericanos ya reconoce estos medicamentos por marca, y que el 11 % de los hogares declara que los usa o que piensa usarlos. Es decir, ya no son percibidos como algo lejano o exclusivo de celebridades: ya están en la conversación familiar.

¿Dónde hay más interés?

El estudio “El Efecto Salud – Cómo las decisiones sobre salud están moldeando el comportamiento de consumo”, elaborado por Worldpanel by Numerator, detecta diferencias claras entre países. Ecuador se ubica por encima del promedio regional: la atención al tema es 45 % mayor que en el resto de la muestra. México y Centroamérica también aparecen como zonas de alto interés, con niveles 27 % y 9 % superiores al promedio, respectivamente.

Esto sugiere algo más grande que una moda: una parte importante de la población latinoamericana ya ve el peso corporal como un tema urgente de salud personal y de imagen social, y está dispuesta a considerar soluciones médicas inyectables incluso antes de agotar cambios de estilo de vida.

Menos refrescos, menos comida grasa… ¿por salud o pEn Mac: Configuración de impresión → Calidad y medios → Blanco y negro.or miedo?

El impacto no se queda en la aguja. De acuerdo con Worldpanel by Numerator, las personas que ya usan —o están pensando usar— este tipo de inyecciones dicen que han reducido la compra de bebidas azucaradas (59 %), alimentos grasos (55 %) y productos con azúcar (51 %).

Esa caída no es menor. En paralelo, el propio sector de bebidas endulzadas vive una presión creciente: el 89 % de los consumidores latinoamericanos percibe las bebidas azucaradas como negativas, y 38 % afirma que planea bajar su consumo en los próximos tres meses. Analistas de consumo vinculan esta tendencia con dos fuerzas: la conversación sobre salud y el hecho de que la gente está visitando menos las tienditas tradicionales, lo que impacta directamente las ventas de refrescos.

La preocupación no es gratuita. Investigaciones recientes estiman que el consumo de bebidas azucaradas estuvo asociado, solo en 2020, con alrededor de 2.2 millones de nuevos casos de diabetes tipo 2 y 1.2 millones de eventos cardiovasculares en el mundo, con especial peso en América Latina y el Caribe.

Traducido al lenguaje del súper: hay quien deja de comprar el refresco, no porque “quiere ser fit”, sino porque ahora sabe que ese refresco está vinculado a diabetes y riesgo cardiometabólico… y porque está usando, o piensa usar, un medicamento que promete bajar de peso. Es una mezcla de aspiración estética, miedo a enfermar y búsqueda de control rápido.

💻 Visita YoUsuarioFinal 📱

🇲🇽 Conoce más en SuperMexicanos 🎬

Peso, edad y clase social

El estudio señala que el 45 % de la población en la región reconoce estar preocupada por su peso. Esa inquietud sube en los segmentos socioeconómicos medio (47 %) y alto (49 %), y se concentra sobre todo en personas de entre 36 y 55 años (50 %).

Esto importa porque desmonta una idea común: no es sólo gente muy joven buscando “verse mejor”. Quienes más declaran interés en regular su peso con ayuda médica ya están en la mitad de su vida laboral, cargan con estrés, insomnio, responsabilidades familiares y riesgo metabólico real.

¿Estamos cambiando hábitos… o tercerizando la salud?

Hay una paradoja. Mientras crece el interés en las inyecciones para bajar de peso, cae el compromiso con prácticas saludables básicas.

El estudio detecta que menos personas dicen limitar su tiempo frente a pantallas: pasó de 44 % en 2024 a 38 % en 2025. También bajó el porcentaje de quienes van regularmente a chequeos médicos de rutina: de 52 % a 45 %. En otras palabras: más interés en resultados rápidos, menos disciplina en prevención.

Pero no todo es descuido. Entre quienes sí mantienen actividad física regular, el panorama mejora. En ese grupo, 67 % sigue haciéndose exámenes médicos periódicos y 47 % logra reducir el tiempo de pantalla. Esto sugiere que el medicamento por sí mismo no corrige el estilo de vida, pero puede convivir con hábitos saludables cuando la persona ya está en esa ruta.

El otro costo: recetas falsas y mercado negro

El boom también tiene un lado oscuro. En México, autoridades sanitarias han advertido sobre un mercado paralelo de plumas inyectables con semaglutida vendidas sin receta, en redes sociales y en canales no regulados. Las autoridades han emitido alertas reiteradas en 2024 y 2025 sobre versiones falsificadas o importaciones irregulares de Ozempic, Wegovy y Saxenda. Estas advertencias subrayan dos riesgos: producto falso (sin el principio activo correcto o con sustancias desconocidas) y producto real desviado ilegalmente del sistema farmacéutico formal, lo que implica pérdida de control médico y trazabilidad.

El problema no es menor. Las versiones falsas pueden contener dosis incorrectas o ingredientes no declarados. Eso abre la puerta a efectos secundarios graves, desde hipoglucemias severas hasta infecciones por mala manipulación del 💻 Visita YoUsuarioFinal 📱

🇲🇽 Conoce más en SuperMexicanos 🎬medicamento. Reguladores y especialistas advierten que la automedicación con estos inyectables, sin supervisión endocrinológica, puede causar descompensaciones metabólicas y rebote de peso cuando se suspende el tratamiento.

¿Milagro o herramienta médica seria?

Un análisis solicitado por la Organización Mundial de la Salud al Centro Cochrane Iberoamericano revisó la evidencia sobre varios medicamentos de la familia GLP-1. Concluyó que sí funcionan para bajar peso corporal de manera significativa, pero también advirtió que el efecto se sostiene solo mientras la persona sigue el tratamiento y que la accesibilidad económica es un reto enorme. Además, señaló que estos fármacos no reemplazan la necesidad de cambios sostenidos en alimentación, actividad física y seguimiento clínico.

En palabras simples: son herramientas terapéuticas reales, pero no son magia. Y en América Latina ya están reescribiendo qué compramos en el súper, cómo pensamos el cuerpo y hasta qué tan dispuestas están las personas a pagar —o arriesgarse— por un frasco inyectable para “controlar el hambre”.

Metodología del estudio citado

“El Efecto Salud – Cómo las decisiones sobre salud están moldeando el comportamiento de consumo” se construyó con más de 15 000 entrevistas en nueve mercados latinoamericanos: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú y un bloque adicional llamado América Central que incluye Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá. Los datos corresponden al periodo 2024-2025 y fueron levantados por Worldpanel by Numerator, empresa que analiza hábitos reales de compra en el hogar y los cruza con percepciones declaradas de salud y bienestar.