
Cada mes, 960 niñas entre 10 y 14 años dan a luz en México, muchas tras sufrir abuso sexual. ILAS AC exige prevención, educación y protección integral.
La violencia sexual contra niñas y adolescentes en México es una emergencia silenciosa que, lejos de disminuir, sigue mostrando cifras alarmantes. La asociación Infancia Libre de Abuso Sexual Infantil (ILAS A.C.) alerta sobre la estrecha y devastadora relación entre el abuso sexual infantil (ASI) y el embarazo en menores de edad, especialmente entre niñas de 10 a 14 años.
Datos de UNICEF revelan que cada mes, 960 niñas mexicanas en ese rango de edad se convierten en madres, muchas veces como consecuencia directa de abuso sexual. Esta problemática no es exclusiva de México: en América Latina, la CEPAL estimó en 2022 que una proporción significativa de los embarazos adolescentes tiene origen en actos de violencia sexual.
La gravedad aumenta al conocer que, de acuerdo con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el 90% de los abusos que derivan en embarazo son cometidos por personas cercanas a la víctima, como familiares, padrastros o conocidos. Es decir, el peligro muchas veces habita dentro del entorno más íntimo de las niñas.
Además del trauma físico y emocional, estas niñas enfrentan barreras estructurales: falta de educación sexual, ausencia de redes de apoyo y escaso acceso a servicios de salud. Según UNICEF (2020), más del 60% de las adolescentes embarazadas como resultado de abuso no habían recibido educación sexual adecuada, lo que las dejó sin herramientas para reconocer o denunciar el abuso.
En el contexto mexicano, el INEGI documentó más de 8,000 casos anuales de embarazo infantil en menores de 15 años, una cifra que se relaciona directamente con el abuso sexual sistemático.
Ante este panorama, Dafna Viniegra, cofundadora de ILAS A.C., hace un llamado urgente a implementar medidas efectivas de prevención:
- Educar desde la infancia con enfoque de derechos y consentimiento. Enseñar a niñas, niños y adolescentes a identificar límites y a comprender la noción del consentimiento puede marcar una diferencia crucial.
- Capacitar a madres, padres y cuidadores. Detectar señales de abuso y fomentar una comunicación abierta y empática ayuda a construir entornos más seguros.
- Fortalecer redes de protección comunitarias y escolares. Es vital establecer mecanismos de alerta temprana en espacios donde conviven menores de edad.
- Garantizar el acceso a servicios de salud sexual y apoyo psicológico, en especial en comunidades rurales o con alta marginación.
Más allá de campañas conmemorativas, ILAS A.C. busca generar una reflexión profunda y constante en la sociedad: ¿escuchamos realmente a nuestras hijas, sobrinas o alumnas? ¿Sabemos qué hacer si una niña nos revela que ha sido víctima? ¿Estamos construyendo espacios libres de violencia, machismo y adultocentrismo?
“El silencio no es una opción. La protección de la infancia es responsabilidad de todas y todos”, recalca Dafna Viniegra, al invitar a sumarse a la difusión de información veraz y a la construcción activa de comunidades protectoras.