
La prohibición de vapeadores en México no frenó su uso escolar; sin regulación, crecen los riesgos de salud y consumo clandestino.
Prohibido, pero no controlado
En México, el gobierno prohibió la venta y distribución de cigarrillos electrónicos con la intención de “proteger la salud pública”. Sin embargo, esta medida trajo consigo un efecto adverso: la falta de controles claros sobre la producción y venta. Al moverse en la clandestinidad, los vapeadores que circulan carecen de estándares de calidad, lo que multiplica los riesgos para los consumidores, especialmente los menores de edad.
El problema no es menor. El consumo de cigarros electrónicos en escuelas se ha vuelto un desafío creciente para maestros y directivos, que enfrentan tanto la disrupción en el entorno de aprendizaje como las consecuencias de salud a largo plazo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió en 2023 que el vapeo en adolescentes puede afectar el desarrollo cerebral y provocar trastornos de aprendizaje.
Impacto en los planteles educativos
La prohibición ha empujado a los vapeadores a un mercado informal que los hace más accesibles y baratos para los jóvenes. Su uso en baños, pasillos o bibliotecas es difícil de detectar y, aunque menos evidente que fumar tabaco tradicional, interrumpe clases y pone a los maestros en una situación complicada.
Ante esto, escuelas y administradores buscan herramientas tecnológicas que les permitan responder de forma más efectiva.
Sensores como aliados tecnológicos
De acuerdo con Alejandro Aguirre, gerente de ventas para México, Centroamérica y el Caribe en Axis Communications, los sensores ambientales están ayudando a las escuelas a vigilar el uso de vapeadores sin invadir la privacidad de los alumnos.
Estos dispositivos pueden colocarse en baños o vestidores —espacios donde no se instalan cámaras— y, al detectar vapores, emiten alertas que permiten a los docentes o al personal de seguridad intervenir de inmediato. Además, pueden conectarse a sistemas de audio para reproducir mensajes en vivo o pregrabados y frenar la conducta.
“Los datos recopilados no sólo permiten detener incidentes en el momento, también ayudan a identificar áreas de riesgo recurrente y planear mejores estrategias de prevención”, detalló Aguirre.
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El reto de fondo: salud y regulación
Aunque los sensores son una herramienta útil en la respuesta inmediata, el vacío regulatorio sigue siendo un factor central. La prohibición no resolvió la disponibilidad de vapeadores: los empujó a un mercado opaco, con productos de dudosa calidad y alto riesgo para la salud de los jóvenes.
Si no se acompaña de educación preventiva, campañas de concientización y políticas claras de control sanitario, el vapeo seguirá creciendo entre los estudiantes.
Aprender en un entorno seguro
La misión de una escuela es garantizar que los alumnos puedan aprender en un ambiente libre de distracciones y riesgos. Hoy, el vapeo amenaza esa misión. Las soluciones tecnológicas, junto con políticas públicas más sólidas, pueden marcar la diferencia entre enfrentar un problema en silencio o construir comunidades educativas más seguras y saludables.
Fuentes de la nota
- Axis Communications — Environmental sensors help address the issue of vaping in schools
- OMS — Preguntas y respuestas sobre tabaco y cigarrillos electrónicos
- OMS — Declaración sobre medidas urgentes contra el vapeo en jóvenes
- CDC — Riesgos de los cigarrillos electrónicos para jóvenes
- Ministerio de Sanidad de España — Informe sobre cigarrillos electrónicos
- Axis Communications — Sensores AXIS D6210 y D6310 de calidad del aire