Chava Flores: cronista musical de una ciudad de México que ya se fue

Jorge Pulido Vázquez (qepd)

Mientras que Gabriel Vargas, el nonagenario creador de La Familia Burrón, retrató con fino humor la vida de los capitalinos del siglo pasado a través de sus viñetas, Chava Flores lo hizo en festivas e ingeniosas canciones que se convirtieron en un legado sonoro de la cultura popular mexicana.

La barriada de la primera mitad del siglo XX fue el escenario urbano que inspiró temas musicales como La Boda de Vecindad, El Gato Viudo, Los Pulques de Apan, Los Quince Años de Espergencia, Mi México de Ayer y Sábado Distrito Federal, entre muchas otras. Sus composiciones, un total de 196, han perdurado en el tiempo y siguen siendo referentes del folclore urbano mexicano. Además, también incursionó en la canción romántica, género que no fue ampliamente divulgado en su tiempo, pero que en 2004 fue rescatado por Tehua y Óscar Chávez.

De la vecindad a la música

Salvador Flores Rivera, mejor conocido como Chava Flores, nació el 14 de enero de 1920 en el barrio de La Merced, en la Ciudad de México. Su infancia transcurrió en diversos barrios y colonias de la capital, ya que su familia enfrentaba dificultades económicas y tenía que mudarse constantemente. Entre los lugares donde vivió se cuentan Peralvillo, San Rafael, la Guerrero, la Doctores, Roma, Santa María la Ribera, Tacubaya, El Carmen y Coyoacán. En alguna ocasión bromeó que solo no habitó el Castillo de Chapultepec porque era residencia presidencial.

A los 13 años, tras la muerte de su padre, tuvo que dejar los estudios y ponerse a trabajar para ayudar a su familia. Se desempeñó en diversos oficios, desde colocar etiquetas en corbatas hasta hacer ojales en camisas. Con el tiempo, aprendió el oficio de contador público, aunque no concluyó la carrera en la Escuela Superior de Comercio y Administración de la UNAM. Con esfuerzo, ahorró dinero y abrió una tienda de ropa para caballeros en el Centro Histórico de la Ciudad de México, pero esta quebró rápidamente, al igual que otros negocios que intentó emprender.

En su desesperación por estabilizarse económicamente, trabajó en una imprenta donde editó el Álbum de Oro de la Canción. Este proyecto tampoco le generó los ingresos esperados, pero le permitió conocer a figuras del medio artístico, lo que marcaría un giro en su destino.

El salto a la música

En 1951, tras una serie de fracasos empresariales, Chava Flores decidió dedicarse a la composición musical. Su primera canción, Dos Horas de Balazos, se inspiró en las películas del oeste que admiraba. Inicialmente, desconocía los procesos de grabación y regalías, pero con el tiempo aprendió a manejar la industria. En 1952, La Tertulia se convirtió en su primer gran éxito.

Sus éxitos y colaboraciones

Conocido como El Compositor Festivo de México, Chava Flores destacó por su aguda observación de la vida citadina. Sus letras reflejan con picardía y humor las vivencias del pueblo mexicano, desde las fiestas de vecindad hasta las vicisitudes de la vida urbana.

A lo largo de su carrera, sus temas fueron interpretados por artistas de la talla de Pedro Infante, Miguel Aceves Mejía, Eugenia León, José Alfredo Jiménez, Amparo Ochoa, Rubén Schwartzmann, Irma Infante, Laura Serrano, Guadalupe Pineda y Los Folcloristas. También participó en el cine en películas como Mi Influyente Mujer y La Esquina de mi Barrio.

Su paso por la cárcel

En 1953, cuando su carrera comenzaba a despuntar, fue traicionado por un socio que lo acusó injustamente de fraude. Pasó un año y ocho meses en la penitenciaría de Lecumberri, donde compuso Canto del Prisionero, un desgarrador testimonio de su experiencia en prisión. Pese a su encierro, Chava Flores nunca perdió el sentido del humor y, al salir, continuó su carrera con renovado impulso.

Los últimos años y legado

Durante los años setenta, la juventud universitaria redescubrió su música y volvió a ser ovacionado en recitales y peñas. En 1978, ofrecía conciertos en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, y en 1986 condujo un programa en el Sistema Michoacano de Radio y Televisión. Finalmente, se estableció en Morelia, donde construyó una casa a su gusto.

El 5 de agosto de 1987, falleció a causa de cáncer, dejando un legado imborrable. Su cancionero sigue siendo un reflejo fiel de la Ciudad de México y su gente, con historias que continúan resonando en las calles, los mercados y las vecindades. Chava Flores fue más que un compositor: era un cronista de la vida urbana mexicana, un hombre que plasmó con humor y melancolía la esencia de un pueblo entero.