Danza española en el Cenart: cuando el arte desafía la historia

A pesar de las tensiones entre México y España por el”no descubrimienrto” y “la conquista” del territorio donde los aztecas traían asolados a sus vecinos, el Centro Nacional de las Artes (Cenart) fue, ayer, escenario de un vibrante homenaje a la cultura española. El décimo aniversario de las “Jornadas de Danza Española: Reflexión y creación”, organizado por la Secretaría de Cultura, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) y el Cenidi Danza, llenó sus foros de arte, reflexión y mucha pasión flamenca.

Coordinado por Ariadna Yáñez y Lina Ravines, el evento reunió a expertos y artistas de renombre en un espacio dedicado tanto a la apreciación como a la crítica. Las conferencias de figuras como Soledad Echegoyen, de la Escuela Nacional de Danza del Inbal, y Teresa Castillero, de la UNAM, abordaron temas fundamentales para la danza española en México, como la evaluación física de los bailarines y la educación artística. Las ponencias de Cassandra Arroyo y Mariana Carrillo complementaron el enfoque académico, en un día que no sólo celebró la danza, sino que también abrió espacio para reflexionar sobre su enseñanza, creación y mercado laboral.

Mucho zapateado

La jornada no fue únicamente de palabras, también hubo mucho zapateado. Tres talleres de flamenco, dirigidos por Aline Lecona, María del Mar Glagovsky y Rosa María Navarrete inauguraron el día con su energía característica. Más tarde, la esperada gala de clausura, con las actuaciones de Ricardo Rubio, Erika Suárez y Marien Luévano capturó la atención de todos, tanto en vivo como en la transmisión por Facebook del Cenidi Danza, para aquellos que no pudieron asistir en persona.

El evento, que logró combinar lo académico y lo artístico, dejó claro que, aunque el pasado histórico entre México y España puede ser complicado, el arte sigue siendo un puente que acerca a ambas naciones. Las “Jornadas de Danza Española” demostraron, una vez más, que la danza es capaz de trascender tensiones políticas y recordarnos que, al menos sobre el escenario, lo que importa es la creación, la expresión y el diálogo cultural.

Así, entre taconeos y abanicos, el Cenart se llenó de ritmo, devolviendo la atención al valor de la danza española en México y abriendo la puerta a futuras reflexiones sobre su enseñanza y desarrollo en el país.