¿Amor por los animales o gato por liebre?

El RUAC va más allá del bienestar animal: solicita datos sensibles sin garantías claras, justo cuando el INAI está en crisis y los riesgos de vigilancia aumentan.


El RUAC y la desaparición del INAI: cuando el gato es pretexto y el ciudadano, el objetivo

En apariencia, el Registro Único de Animales de Compañía (RUAC) tiene un propósito loable: proteger a perros y gatos en la Ciudad de México. Sin embargo, detrás de esta fachada se esconde un mecanismo de recopilación de datos personales que enciende alertas en un contexto preocupante: la virtual desaparición del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI).

¿Registro de mascotas o nuevo padrón ciudadano?

El RUAC no sólo solicita el nombre y especie del animal. También requiere del propietario su nombre completo, dirección, teléfono, correo electrónico, tipo de vivienda y nivel de estudios. Información que, según su propio aviso de privacidad, puede compartirse con hasta 20 instancias gubernamentales, incluidas alcaldías, la Agencia Digital de Innovación Pública (ADIP), la Fiscalía y entes judiciales locales y federales. ¿Con qué límites? No se especifica.

La privacidad en manos frágiles

El manejo de esta información recae en la Agencia de Atención Animal (Agatan), que el pasado 5 de junio de 2025 fue víctima de un hackeo que expuso imágenes y videos sobre las condiciones insalubres en sus instalaciones. Si no pueden proteger a los animales ni sus propias instalaciones físicas, ¿cómo confiarles datos personales?

Además, el RUAC está vinculado a la plataforma Llave CDMX, que ya sufrió un ciberataque en 2024, con la filtración de más de 2 millones de documentos personales. Pese a ello, no hubo consecuencias visibles ni mejoras sustanciales en ciberseguridad.

Un contexto sin árbitro

Lo más grave es que esta recolección de datos ocurre mientras el INAI sigue paralizado por decisión política. Sin este organismo operativo, no hay árbitro independiente que garantice los derechos ARCO (Acceso, Rectificación, Cancelación y Oposición). El ciudadano queda desprotegido frente al Estado.

Y por si fuera poco, quienes maltratan animales, los crían ilegalmente o los usan en peleas no están obligados a registrarse. El sistema apunta, paradójicamente, a quienes cumplen la ley.

¿Qué puede hacer el ciudadano?

  • Ejercer sus derechos ARCO, dirigiéndose a la Unidad de Transparencia de la Agatan, aunque ésta esté presidida por la misma titular del registro, Ana Villagrán.
  • Presentar quejas ante el INFOCDMX, la instancia local que aún está en funciones.
  • Optar por la desobediencia civil informada, ya que el RUAC no está siendo verificado ni sancionado activamente.
  • Exigir una reforma integral en protección de datos, especialmente en la capital.
  • Defender la tecnología con contrapesos, para que las herramientas digitales sirvan a la ciudadanía, no al control político.

¿Un gato o un pretexto?

El RUAC no es sólo un registro de mascotas. Es un nuevo capítulo en el avance de la vigilancia digital sin frenos, una pieza más del rompecabezas que permite al gobierno acumular poder a costa de la privacidad ciudadana. Con el INAI paralizado, los datos fluyen sin supervisión, mientras se nos pide confianza sin garantías.

El pretexto es noble, sí. Pero el riesgo es real. Y esta vez, el que está en la jaula no es el gato… es el ciudadano.