
El fraude ya no es un tema operativo, sino una amenaza que impacta decisiones clave. Su evolución exige pasar de la autenticación puntual al monitoreo inteligente.
El fraude, más que un riesgo operativo, es hoy una amenaza transversal que impacta las decisiones estratégicas de las empresas, advierte Luis Silvestre, Domain Pre Sales–Principal Consultant en FICO. En un entorno marcado por tensiones geopolíticas, aceleración digital, presiones económicas y regulación compleja, centrarse sólo en eficiencia, transformación y competitividad sin atender la evolución del fraude es dejar una puerta abierta al colapso.
“Los líderes deben preguntarse cómo proteger a su empresa cuando el defraudador luce, actúa y se comunica como un cliente legítimo”, plantea Silvestre, señalando que el fraude toca decisiones tan críticas como la reubicación de operaciones, el retorno de inversión en inteligencia artificial, la retención de talento o la protección de márgenes operativos.
El ejecutivo subraya que los controles tradicionales, como la autenticación biométrica tipo FIDO, ya no bastan, pues pueden fallar ante tecnologías como deepfakes o ataques de suplantación con dispositivos robados o manipulados. Aunque han representado un avance, “la identidad estática ya no es suficiente”.
Frente a esto, el nuevo estándar es la identidad dinámica basada en comportamiento, que analiza continuamente cómo se comporta el usuario (cómo toca la pantalla, gasta, se mueve o interactúa con el sistema), en función del contexto y del riesgo asociado a cada transacción. Es una evolución de paradigma: la defensa ya no es una barrera, sino un radar.
“La autenticación de hoy protege al momento. El fraude del mañana explota el movimiento”, enfatiza Silvestre. En otras palabras, el verdadero escudo no está en la entrada, sino en la capacidad de detectar desviaciones dentro del sistema, incluso cuando el atacante ya ha accedido.
Este enfoque exige soluciones de inteligencia adaptativa, capaces de conectar señales internas y externas en tiempo real para formar una identidad inteligente, que permita tomar decisiones más seguras y precisas en cada interacción con el cliente.
Para Silvestre, FICO se presenta como un socio estratégico clave en esta transición, al combinar innovación, análisis y protección para construir confianza en tiempos inciertos.