La idea de que el alma pesa 21 gramos proviene de un experimento realizado en 1907 por el médico estadounidense Duncan MacDougall. MacDougall, intrigado por la posibilidad de que el alma tuviera peso físico, intentó medir la pérdida de masa de seis pacientes en el momento de su muerte, con la hipótesis de que el alma abandonaba el cuerpo y esa partida se reflejaría en una disminución de peso. Según su estudio, en uno de los casos registró una pérdida brusca de 21.3 gramos, lo que lo llevó a la conclusión de que ese era el peso del alma.
Sin embargo, los métodos y resultados de este experimento fueron fuertemente cuestionados por la comunidad científica. MacDougall usó una muestra pequeña y su equipo de medición no era lo suficientemente preciso, lo que hace que sus hallazgos carezcan de validez científica. Además, los resultados fueron inconsistentes: en algunos casos no hubo pérdida de peso significativa o esta ocurrió de forma gradual, lo cual podría deberse a la evaporación de fluidos corporales o la liberación de gases tras la muerte.
El mito de los 21 gramos ha perdurado en parte gracias a la cobertura sensacionalista que recibió en medios de la época y su reciente popularización en la cultura popular, especialmente a través de la película 21 gramos de Alejandro González Iñárritu. A pesar de esto, no hay ninguna evidencia científica que respalde la existencia de un alma con peso físico.
Por otro lado, existe otro mito relacionado con una supuesta fotografía del alma abandonando el cuerpo, publicada en 1992 por la revista Weekly World News, famosa por difundir contenido sensacionalista y falsificaciones evidentes. Al igual que con el experimento de los 21 gramos, esta historia carece de cualquier base científica y es considerada un engaño.
A más de un siglo de estos intentos, la ciencia moderna ha avanzado enormemente en el estudio de la muerte y el cuerpo humano, pero sigue sin encontrar ninguna prueba que respalde la idea de un alma que posea peso o que pueda ser capturada en una imagen.