A la lista de nuestros mexicanos sobresalientes se une hoy alguien que no nació en México, pero que eligió por su voluntad esta nacionalidad. Se trata de don Emilio García Riera, nativo de Ibiza, España, exiliado a nuestro país y nacionalizado mexicano.
Lamentamos profundamente el fallecimiento de don Emilio García Riera, excelente investigador y crítico de cine que nos dejó una obra monumental sobre nuestro cine, la Historia documental del cine mexicano.
Tuve el honor de ser uno de sus alumnos cuando allá por 1976 fue profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Fue entonces cuando comencé a interesarme en un actor al que don Emilio consideraba el mejor cómico que ha tenido el cine mexicano: Germán Valdés, Tintán. Ese interés se mantuvo vivo y luego se reflejó en esta aportación al acervo de Internet cuando subí a la red de redes la información que hoy ustedes pueden leer aquí. Don Emilio influyó en buena parte estas páginas. Donde quiera que se encuentre ahora, muchas gracias, maestro.
Emilio García Riera es el historiador casi oficial del cine nacional; su Historia documental del cine mexicano, en sus dos ediciones, es consulta obligada para tener un panorama más o menos completo del ámbito en que se filmó y estrenó cualquier cinta (hasta 1976), la recuperación del momento histórico (incluso aclaración de algunos chistes que ya no se entienden), y una visión crítica, si bien parcial, sobre ciertos directores.
Aunque toma partido, entre sus méritos están el reconocimiento de algunos directores no especialmente elogiados por otros comentaristas, como Fernando Méndez o Gilberto Martínez Solares; una evaluación justa de Ismael Rodríguez; la apreciación de ciertos momentos de Rogelio González; la recuperación de Fernando de Fuentes; tomar en serio a Pedro Infante, a Manolín y Schillinsky; la exaltación de la belleza femenina y sus momentos más sensuales, así como una valoración de figuras que no se tomaban en cuenta, como Lilia Prado.
García Riera fue, además de investigador y crítico de cine, guionista. Obras suyas en ese terreno son En este pueblo no hay ladrones, (1964) Los días del amor (1971) y En el balcón vacío (1961). Don Emilio también fue actor en cintas como Tiempo de morir (1965), El mundo loco de los jóvenes (1966) y Las reglas de la vida (1970).
El crítico de cine y tintanófilo Rafael Aviña dijo de Don Emilio al periódico Reforma de la ciudad de México: “Dejó un trabajo monumental. Vino a mostrarnos la importancia que tenía el cine mexicano no sólo como concepto de cultura popular, sino de estudio cotidiano. García Riera, aparte de todos los círculos que se hicieron y las broncas que dividieron en su momento a la crítica, vino a formar una generación de investigadores y críticos de cine, gente que ahora está en los medios, que está publicando muchos libros sobre cine mexicano y que parten del trabajo que él hizo”
Breve biografía
Nacido en 1931 en Ibiza, España, llegó como exiliado a México cuando contaba apenas con 8 años. Luego se nacionalizó mexicano. Su vocación lo llevó a investigar de manera exhaustiva el cine del país que le abrió las puertas. Fue autor de numerosos libros sobre cine y de incontables críticas y ensayos. Desde 1957 comenzó a escribir en muchas publicaciones. Fue fundador y director de las revistas Nuevo Cine, Imágenes y Dicine, jurado en varios festivales internacionales de cine, ganador de la beca Guggenheim por su trabajo en seis volúmenes de México visto por el cine extranjero y del Premio Villaurrutia por su libro autobiográfico El cine es mejor que la vida. También fue profesor en varias instituciones de enseñanza superior, entre ellas la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, y sobresaliente comentarista de cine en televisión. García Riera desarrolló su carrera académica como investigador y director del Centro de Estudios e Investigación Cinematográfica (CIEC) de la Universidad de Guadalajara. En 1986 fundó en Guadalajara, junto con el director de cine Jaime Humberto Hermosillo, la Muestra de Cine Mexicano.
Don Emilio murió el 11 de octubre de 2002, a los 71 años de edad. Ya no pudo recibir el homenaje que por su trayectoria le rendiría la Muestra de Cine Mexicano de Guadalajara, ni el doctorado Honoris Causa con que planeaba investirlo la Universidad de Guadalajara. Dejó de existir a las 8 de la mañana, en su casa en Zapopan, Jalisco, víctima de la fibrosis pulmonar que lo aquejaba desde 1999. Le sobrevive su esposa, Cristina Martín. Siempre se le recordará por los 18 deliciosos tomos que conforman la Historia documental del cine mexicano, obra gigantesca y sin paralelo en el mundo entero.
No le escatima nada su presentación en la obra de su vida:
Ninguna otra cinematografía cuenta con un registro y una valoración semejantes. En ningún país los investigadores, los analistas, los curiosos y los cinéfilos de los más diversos intereses pueden acudir a una fuente de referencia tan rica y completa, que es además placentera literatura.
“De inusual estilo en la bibliografía histórica, esta obra de consulta se lee como una novela. Es tan rigurosa y erudita, exacta y minuciosa, como elusiva de toda solemnidad y pedantería. Más que amena, es profundamente divertida, no sólo por festiva o hilarante, que también lo es, por fortuna sino en el más antiguo y vasto sentido de diverso, de puerta abierta a la otredad, de visión redescubridora de aquello que por demasiado cercano, por haber estado ´siempre ahí´, como telón de fondo y sonido ambiental de la existencia de los mexicanos crecidos junto a la pantalla de televisión, también ha sido devorado por esas costumbres de la mirada que ocultan y reducen a inconsciente transparencia todo lo familiar y cotidiano. Da vuelo literario, a lo largo del tour de force de más de tres mil quinientas sinopsis del argumento, a una especie narrativa del lenguaje oral, las películas contadas, que en García Riera alcanza prodigios de agudeza, de enternecida ironía, de implacable certeza, de refrescante economía lingüística y gozosa liberación de la inteligencia. Emilio García Riera consuma en este trabajo la exploración de un territorio y el trazado de un mapa que ha dibujado durante treinta años y una cuarentena de libros.”