México se perfila como un destino estratégico para las inversiones extranjeras, favorecido por el auge del nearshoring, pero su éxito a largo plazo depende de un suministro energético sostenible. Los expertos subrayan la necesidad de reforzar la infraestructura eléctrica nacional para satisfacer la creciente demanda industrial y aprovechar esta oportunidad histórica.
El sector energético mexicano enfrenta desafíos importantes. La Secretaría de Energía (SENER) estima que para 2030 la producción de crudo aumentará un 44.6%, alcanzando 2.39 millones de barriles diarios gracias a la inclusión de recursos no convencionales y la exploración en aguas profundas. Sin embargo, esta expansión solo será posible con una infraestructura adecuada, impulsada en gran parte por el sector de la construcción.
En este contexto, Sarens, líder mundial en transporte y levantamiento de cargas pesadas, se posiciona como un socio estratégico para México. La compañía ofrece soluciones clave para la construcción y mantenimiento de plantas energéticas, tanto en sectores tradicionales como renovables. Con su vasta experiencia, que incluye proyectos internacionales como la refinería de Dos Bocas en México y Corpus Christi en Texas, la empresa busca apoyar el desarrollo del país a través de alianzas público-privadas.
La industria energética mexicana ya muestra signos de recuperación. Un ejemplo es el acuerdo reciente entre Pemex y CME Oil and Gas para reactivar los campos de Bacab y Lum, pozos maduros del yacimiento Ku-Maloob-Zaap. Este tipo de colaboraciones es vital para garantizar el crecimiento energético que atraiga más inversión extranjera.
Según la Secretaría de Economía, en los primeros cinco meses de 2024, México ha recibido anuncios de 127 inversiones extranjeras, superando los 39,000 millones de dólares. Este flujo de capital reafirma la importancia de una infraestructura energética robusta. Si el país logra consolidar un sistema energético independiente y competitivo, el nearshoring seguirá fortaleciéndose, lo que convertirá a México en un centro clave para la relocalización de cadenas de valor globales, beneficiado por su proximidad a Estados Unidos y el T-MEC.