La falta o escasez de servicios básicos como agua, electricidad e internet en México tiene un impacto profundo en la rutina diaria de los trabajadores, afectando su acceso a información, educación y oportunidades laborales. Esta situación no solo genera estrés, sino que también reduce significativamente la productividad.
Según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), solo el 52.3% de la población urbana en México cuenta con un suministro constante de agua potable. Además, el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) declaró un estado de emergencia a principios de mayo debido a la alta demanda de electricidad causada por las altas temperaturas, lo que resultó en apagones en al menos 15 estados de la República.
Estos problemas se reflejan en la encuesta “Termómetro Laboral” de OCC, realizada durante la semana del 17 al 24 de mayo, en la que participaron 2,351 trabajadores. El 60% de los encuestados indicó tener dificultades debido a la falta de servicios básicos en sus hogares, con un 27% señalando limitaciones ocasionales, un 24% mencionando servicios deficientes algunos días a la semana, y un 9% reportando dificultades diarias.
El impacto de esta situación en la vida laboral es significativo: el 59% de los encuestados manifestó que la falta de servicios básicos genera estrés y ansiedad, el 28% comentó que afecta su bienestar, el 7% consideró que provoca ausentismo laboral y el 6% reveló dificultades para concentrarse.
La realidad de la falta de agua y electricidad obliga a muchos trabajadores a adaptar sus rutinas y actividades laborales, lo que a largo plazo puede tener efectos negativos en la economía y el desarrollo del país. Es crucial que se tomen medidas para mejorar la infraestructura y garantizar el acceso continuo a estos servicios esenciales, contribuyendo así a un ambiente laboral más saludable y productivo.